Niños

  Motivar a los niños



El motor de la motivación en los niños radica en elevar su autoestima y en escuchar y comprender sus necesidades dirigidas al desarrollo de su creatividad y talentos. El niño adquiere su autoestima a través de su historia personal y se forma desde la familia, la escuela, padres, amigos, entorno… Por tanto, el hecho de que el niño crea en sí mismo es el factor más decisivo para su felicidad y para que se sienta lo suficiente motivado como para ser capaz de crear sus sueños.

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La autovaloración y la confianza del niño son factores que conforman la propia imagen que le mantendrán motivado y, además, se escuchará a sí mismo. La autovaloración es la imagen que el niño tiene de sí mismo a partir de la que hacen de él personas importantes de su entorno.


El hecho de que el niño tengo un elevado grado de confianza en sí mismo provocará que éste sea capaz de ponerse a prueba y de que no tema al fracaso. Y si el niño cometiera un error, lo integrará como una herramienta de aprendizaje. El niño se sentirá motivado y adquirirá seguridad en sí mismo a medida que haga cosas en el proceso de la vida.


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Para motivar a los niños, podremos:

* Estimularlos para que se atrevan a correr riesgos desde una perspectiva cabal en lugar de tomar siempre la vía segura. Esta es una forma excelente de incentivarlos a que aprendan a experimentar y hagan cosas que nunca habían hecho antes.

* Enseñarles que no hay que centrar la importancia en las señales externas del éxito pues la autoestima y la motivación son factores que van unidos de la mano y que no dependen del exterior, sino del interior. De esta manera, cuando un niño se convierte en adulto, puede llegar a ser un líder por su propia valía y no estar condicionado o limitado por la aprobación de los demás.  
* Enseñarlos a no quejarse de sí mismos, a no juzgar ni criticar y a ser sensibles y receptivos a su entorno y a los demás.
 
* Fomentar que no se critiquen a sí mismos, que no se asuste con sus pensamientos negativos y que aprenda a responsabilizarse en lugar de a culpabilizarse.

* Indicarles que tengan paciencia consigo mismos y que esto requiere tiempo.

* Ayudarles a crear una imagen positiva de sí mismos y a ser asertivos o marcar límites razonables.


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Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones incritos en el Registro de la Propiedad Intelectual 
Técnica ilustración: Acuarela

 Escuchar a los niños



Escuchar a los niños y ser conscientes de sus necesidades sin que esa percepción se vea condicionada por criterios egoicos empieza por escucharse a uno mismo. Desde esta perspectiva, aprendemos a ser empáticos con las situaciones ajenas y no sólo con la de los niños que nos rodean sino también con nuestros mayores, compañeros, amigos, familiares e incluso nuestros animales, mascotas o plantas. Una persona que se escucha a sí misma desarrolla una intuición que le permite ser sensible a lo que los demás necesitan y lo hace desde una posición de desapego, compromiso y neutralidad y desde esa posición conoce, por ejemplo, lo que verdaderamente necesita un niño.     
  


Los niños deben ser alentados a desarrollar sus dones y habilidades y a ejercitarlos con creatividad y libertad. Desde la base del respeto y la convivencia, podemos enseñar a los niños a pensar de forma positiva para que sean individuos seguros de sí mismos y que enfrenten las situaciones con fortaleza y a la vez con serenidad. De este modo, los niños se convierten en adultos que dan la importancia justa a las cosas y que se centran en lo primordial, en lo que el instante presenta sin dejarse confundir por sucesos superficiales que no deben interferir en lo que realmente resulta relevante en sus vidas.


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El diálogo y la escucha fomentará niños creativos, autónomos, emprendedores, sociales, adaptativos y dialogantes. Se trata de niños que aprenden a conocerse a sí mismos y, por ende, a conocer su entorno. Por tanto, son niños abiertos y que son ellos mismos de forma natural,  además, por este motivo, tienen las ideas claras, saben defenderse y saben qué es lo que tienen que hacer para llevar a cabo sus propósitos.


El área de la creatividad es aquella en la que los niños van a poder manifestar sus talentos, sobre todo si se les permite expresar sus sentimientos, y en la que van a plasmar aquello que son. De esta forma, el niño descubre y explora sus dones y reconoce sus puntos fuertes y también sus debilidades pues prestar atención a su interior, permitirá al niño conocerse bien desde pequeño, una arma poderosa que le permitirá enfrentar sus miedos y ser consciente de hasta donde puede llegar. Además, el niño espontáneamente expresa sus sentimientos pero si esto se le reprime, no se le va a permitir manifestar esa alegría natural que todos los niños desarrollan simplemente por el hecho de estar. Permitir al niño desarrollar el poder de su mente, obrará milagros y contribuirá a crear sonrisas pero para ello es necesario saber escuchar a los niños y permitirles ser.

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Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases
Texto e imagen inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustración: Acuarela

Creer en los niños 

 

Los niños y los jóvenes son nuestro presente y nuestro futuro y constituyen el motor de cambio de la sociedad. Educarles en las emociones, habilidades sociales, inteligencia emocional, asertividad y a trabajar en equipo, entre otros, propiciará un cambio de paradigma hacia una nueva humanidad.

Creer en los niños implica estar atentos a sus necesidades y a impulsarles en sus procesos creativos, escuchando sus emociones, enseñándoles a manejarlas y a sentirse en paz y en equilibrio incluso en el ojo del huracán. De este modo, se respetarán a sí mismos y a los demás y podrán llevar a cabo su misión, desarrollar su potencial e interactuar adecuadamente con el entorno.

Los niños son muy imaginativos pero existe sabiduría y pureza en sus palabras, pues su estado de niños es tan puro que incluso recuerdan aspectos inherentes a la intuición y a la naturalidad con que todo fluye, que siempre puede existir algo más allá de lo que ven nuestros ojos pero que para ser sensibles a ello hay que sentir desde un corazón abierto.    

La sencillez con que los niños ven las cosas es algo que podemos aprender de ellos.  Los niños encuentran alegría incluso en cosas que los adultos consideraríamos como intrascendentes pero que a ellos les hacen sonreír. Es como si fueran capaces de captar algo especial que al mundo adulto se nos escapa o nos pasa por alto.
   

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Cada niño supone un rayo de esperanza pues en ellos reside la llave del cambio y las puertas que sólo ellos se atreverán a abrir. Para ello resulta básico que el niño aprenda a creer en sí mismo y que sea apoyado en sus habilidades o bien que se le estimule a identificarlas y potenciarlas. De niños sanos emocionalmente nacen sociedades sanas y con bienestar. Por eso, no hay que descuidar a la población joven sino favorecer los medios para su desarrollo y evolución emocional. El trabajo en equipo donde todas los integrantes son conscientes de su papel constituye una herramienta poderosa que crea el milagro de la intercomunicación, la cooperación y la solidaridad para un mundo mejor. Asumida la propia responsabilidad por el rol de cada uno, se genera la empatía para mejorar la situación de los demás. Así pues, una infancia que cree en sí misma es capaz de crear un mundo más feliz, en paz, ético, más humano y eficaz. Prestando atención a nuestros niños, puede lograrse.  
  
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Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases
Texto inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustración: Acuarela 

Leer cuentos a los niños

 

Leer cuentos a los niños es una actividad lúdica, instructiva y didáctica que fomenta el diálogo, la interacción y refuerza el vínculo entre los miembros del grupo (en caso de que haya varios niños escuchando) y la persona que les lee el cuento o cuentacuentos. Si, además, a los niños se les lee cuentos por la noche, antes de acostarse, se favorecerá el sueño y la complicidad entre el lector de cuentos y el niño pues el niño con sus preguntas y comentarios podrá compartir con él su mundo infantil y a la vez que el cuentacuentos le orientará, respondiendo a las preguntas o inquietudes que el cuento le ha suscitado. 


¿Quién no recuerda la enseñanza de algún cuento que nos contaron de pequeños? La moraleja o enseñanza que pueden encerrar los cuentos aporta nuevos puntos de vista al niño que le impulsarán a crecer en valores y a reflexionar. De este modo, los cuentos constituyen herramientas poderosas que ayudarán y estimularán al niño desde edades tempranas. Es importante transmitir mensajes positivos a través de los personajes de los cuentos para que el niño pueda comprenderlos al identificarse con los personajes,  integrarlos en su experiencia e instruirse sobre las relaciones desde pequeño. Aprender a ver la realidad de forma realista, abierta y positiva hará que el niño sea capaz de expresarse, a buscar salidas, nuevas opciones o soluciones a situaciones que se le presenten a lo largo de su vida. Esto hará que el niño se sienta seguro de sí mismo y autónomo, por lo que se sentirá más libre y será asertivo. Si en los cuentos el niño halla un estímulo que pueda motivarle o inspirarle, entonces el cuento se convertirá en una fuente de enseñanza de por vida. 
 

También puede relatarse al niño un cuento con final abierto para que sea él quien encuentre su propio final y, de este modo, se aliente al niño a ser creativo y a flexibilizar el cuento a lo que el niño necesita. Gracias a los finales abiertos de los cuentos, el niño puede adaptarlos, si así lo desea, a la situación que quizás estuviera viviendo o pudiera experimentar para estimularle a que sea capaz de encontrar por sí mismo una opción adecuada.        


Algunos cuentos consiguen llegar al corazón del niño de manera tan profunda o significativa que los recordará siempre, incluso al llegar a la edad adulta y, de este modo, los podrá seguir transmitiendo a las siguientes generaciones y, por supuesto, compartir con sus seres queridos lo que el cuento le enseñó.


Hay personas que escriben y también cuentan cuentos a los niños y otras que sólo los relatan. Hay cuentacuentos que relatan los cuentos de un modo tan sincero o elocuente que consiguen que a los niños les llegue el mensaje pues estos cuentacuentos creen en el cuento y, por supuesto, los niños que les escuchan también acabarán haciéndolo. Por tanto, los cuentacuentos son personas que recitan cuentos de un modo especial, como los maestros oradores que son, y que saben adaptar su voz, cambiando los tonos, haciendo breves pausas, por ejemplo, para crear expectación o para verificar que los niños están escuchando y comprendiendo, mirando y también gesticulando a los niños para hacerles comprensible el argumento del cuento y captar la atención de su público infantil. Aumentar o bajar el tono de voz no sólo hará que el niño comprenda mejor sino que evitará que los niños se distraigan y no se aburran. 


Para hacer más ameno un cuento, también podemos tener en cuenta que:

  •   Un cuento puede acompañarse de música.
  •  Los niños pueden hacer una pequeña obra de teatro basada en el. cuento, representando a sus personajes o hacer un pequeño debate donde compartir puntos de vista que plantea el cuento.
  •  Un cuento también puede pintarse o colorearse, es decir, se le puede pedir al niño que dibuje lo que ha comprendido sobre el cuento o que escriba unas frases sobre lo que el cuento le ha aportado.
  •  ¿Por qué no animamos a los niños a escribir su propio cuento? 
Con cada cuento, nace la magia en el corazón de un niño y con cada cuentacuentos, este corazón se abre.     


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Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual 
Técnica ilustraciones: Acuarela

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