Ser
uno mismo implica serlo a pesar de todo lo demás, cooperando con los
circunstancias pero sin dejarnos someter o engañar. Cuando uno es uno
mismo está alineado
con la fluidez del ahora, uno se rige por la sencillez y los valores y dones
del alma y los desarrolla a pesar de la opinión ajena. Entonces, no nos
dejamos abatir por los problemas, sabemos aceptar o renunciar, cuando
hay que hacerlo. Nos enfocamos en el instante
sin dejarnos distraer por aquello o aquellos que tratan de robarnos la
atención únicamente para su propio beneficio. Y es que aprendemos a
decir que no, cuando es necesario y a decir que sí, cuando también lo
es.
En la infancia, cuando somos niños somos nosotros mismos: frescos, sinceros, vitales, alegres, espontaneos pero solemos olvidarlo al crecer.
Si conectamos con ella, la paz interior nos regala sabiduría y
discernimiento para saber distinguir, elegir y tomar las decisiones correctas,
aquellas que nos ayudan a conocernos a nosotros mismos y a seguir al
corazón, independientemente de todo lo demás. Con lo básico, nos basta y
eso nos hace más sencillos, una de las claves de
la felicidad.
Sin complicaciones innecesarias la vida fluye más serena y tranquila, como un río, y eso nos convierte en criaturas libres, libres de ser y de expresar, como los niños. En este estado un problema se contempla como una parte más que forma parte de nuestra vida pero sin perder de vista nuestra verdadera base: la fortaleza, la serenidad, el silencio interior.
Sin complicaciones innecesarias la vida fluye más serena y tranquila, como un río, y eso nos convierte en criaturas libres, libres de ser y de expresar, como los niños. En este estado un problema se contempla como una parte más que forma parte de nuestra vida pero sin perder de vista nuestra verdadera base: la fortaleza, la serenidad, el silencio interior.
Sin embargo, la necesidad de aparentar, el depender de los convencionalismes sociales, la necesidad de más, los miedos , la inseguridad, la rigidez y la rabia escondidos en nuestro interior, de todo lo cual a veces no somos conscientes, se convierten en poderosos obstáculos para conocernos realmente, para apreciar nuestra parte más auténtica y verdadera, para sentirnos más ligeros, sin la carga que nos impone el exterior. Y si no aprendemos a superar nuestros miedos, apegos, rechazos y odios ocultos, nos perdemos en nuestros pensamientos, en el mundo que nos convierte en lo que no somos. Creer en nosotros mismos, tomar conciencia de nuestro potencial y estar en unidad con el ser, con nuestro interior, con la naturaleza, con nuestro entorno, transformará el exterior y constituirá una fuente de dicha inesperada que nos cambiará a nosotros y lo cambiará todo.
Autora texto e imágenes: María Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustraciones: Pastel blando