Los niños tienen una sensibilidad
especial cuando eligen a sus mascotas. Entre sus mascotas y ellos existe un
lazo que a veces parece mágico. De hecho, cuando los niños eligen a sus
mascotas, la mascota percibe al niño como a ese ser que va a formar parte de su
vida y desde que ve al niño, adopta ante él una actitud de simpatía, juego,
seguridad y ternura para cautivar al niño. Esta actitud incita al niño a
elegirla aunque sorprendentemente a veces
parezca que sea la mascota quien haya elegido al niño, teniendo en cuenta su
actitud. De hecho, mascotas que en su grupo originario animal mantienen
actitudes solitarias o de timidez, ante el niño, que ellas intuyen que va a ser su
nuevo compañero, se sienten completamente integradas, seguras, protegidas y a
salvo sobre todo cuando el niño las toma en brazos. Cuando el niño a primera
vista sabe que ésa va a convertirse en su mascota puede ser que le encuentre al instante un nombre tan idóneo, que incluso sorprenda a los adultos la sabia y rápida
elección del niño. Empieza entonces un lazo entre el niño y el animal que va a
marcar a ambos y donde van a compartir entrañables momentos de juego y de compañía.
Las mascotas, sobre todo, los perros son fieles amigos que no guardan rencor y
que darían la vida por sus amos: los niños y los adultos.
Los animales nos enseñan
lecciones de vida, empezando a no juzgar pero aunque no puedan hablar, su
inteligencia hace que siempre encuentren el modo para comunicarse con el niño.
Estar con su mascota va a hacer que el niño se sienta bien y aprenda a
compartir. Los animales domésticos constituyen un regalo para nosotros y por
eso estar con ellos resulta tan gratificante al sentirnos acompañados y
protegidos. Sin embargo, los animales salvajes que viven en plena naturaleza
también son un regalo para la humanidad la cual debe velar por ellos y por su
hábitat.
Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases