martes, 7 de diciembre de 2010

El encuentro con la paz interior (2)

Hallar la paz interior es posible, si nos detenemos e intentamos dejar atrás los lastres, que nos perjudican y nos condicionan, gracias al perdón y al desapego. En la paz y en el encuentro con uno mismo también influyen factores como:

-La autoestima: Potenciar la autoestima es una fuente directa de acceso a nuestra paz interior ya que cuanto más nos amemos, más bien nos sentiremos con nosotros mismos y cuanto más bienestar atraeremos hacia nuestra vida, más mejorarán nuestras relaciones y más cerca estaremos de conseguir nuestros objetivos.

-La energía positiva: Todos somos canalizadores de energía. El hecho de pensar en positivo genera energía positiva que fluye en nosotros y afecta también a las personas que nos rodean. Ello implica que la canalización interna de la energía positiva que generan nuestros pensamientos, se verá reflejada en nuestras vivencies cotidianas y las transformará para mejorarlas sustancialmente.

-El autocontrol: y saber reflexionar para tomar las decisiones adecuadas resulta vital para nuestra experiencia, tomando consciencia de que de los errores siempre se aprende y también de que no hay que tener mido de volver a empezar pero siempre habiendo asumido la valiosa lección a que nos ha conducido el hecho de haber cometido el error.

Así pues, la paz interna nace como consecuencia de tomar decisiones que nos afectan a nosotros y a las personas de nuestro entorno, teniendo en cuenta las circunstancias del momento que nos toca vivir y buscando el punto de equilibro, aunque a veces nos equivoquemos.


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sábado, 20 de noviembre de 2010

El encuentro con la paz interior



La paz interior es un estado al cual todos deseamos acceder y que, de forma natural, ya se halla en nosotros. Sin embargo, para adentrarnos en ella es necesaria una introspección, por ejemplo, siendo conscientes de nuestra respiración pausada o llevando a cabo otras técnicas, entre ellas, la meditación. Pero hay otras maneras a nuestro abasto que nos ayudarán a conectar con nuestro equilibrio emocional y con la quietud:

-Estar en la consciencia del momento presente: es muy importante crear más presencia en la nuestra vida cotidiana y prestar atención a lo que nos está sucediendo en el momento actual. Por esta razón, no hay que dejarse distraer o atormentar por hechos del pasado o de lo que nos pueda suceder en el futuro ya que la clave del éxito o del hecho de encontrar las herramientas para mejorar las circunstancias siempre reside el momento presente, el único escenario en donde todo se desarrolla y en el que, si nos permitimos hacerlo en paz con nosotros, conseguiremos que esa misma paz se manifieste en el exterior. Lo más importante es el ahora, el aquí, lo que estamos haciendo ahora y el ser conscientes de que hay una inteligencia superior y universal que todo lo guía y observa. Sentirla anclada en nosotros es encontrarse con uno mismo.

-El poder de los pensamientos: es tan grande el poder de los pensamientos que, si fuéramos plenamente conscientes de ello, pensaríamos sólo en positivo y automáticamente atraeríamos excelentes resultados en el día a día. Sin embargo, los pensamientos negativos también poseen fuerza creadora, por eso, es vital sustituirlos por los positivos para dejar atrás las preocupaciones que nos esclavizan en el pasado y en el futuro y que, en muchos casos, no dependen de nosotros. Además, las preocupaciones nos impiden confiar en nosotros y en el proceso de la vida.

-El poder de las palabras: es importante medir nuestras palabras y esto también incluye utilizar un tono de voz adecuado, no muy elevado. También evitaremos, en la medida de lo posible, hacer comentarios negativos, despectivos o de crítica.

-El poder de nuestras acciones: Toda acción tiene una consecuencia, según la ley del karma, de la causa y el efecto. Por tanto, recibimos lo que damos o lo que hemos dado en forma de experiencia presente. De hecho, a través del karma nos vienen experiencias gratificantes y satisfactorias, y también algunas otras que no vivimos de esta manera pero que, si sabemos gestionarlas superando el sufrimiento inicial, nos brindarán una valiosa lección. Una vez integrada la lección nos sentiremos en paz con nosotros mismos, más seguros y más sabios, aunque el verdadero secreto reside en aceptar con serenidad lo que nos trae el instante, confiando en que todo sucede por una misteriosa razón que el Universo ha elegido para nosotros y que en algún momento, comprenderemos. En este sentido, actuar correctamente, en función de nuestros valores y principios, es la mejor manera de atraerse circunstancias positivas, de superar desafíos sin resistencias y de sentirse en paz con uno mismo y con los demás.

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jueves, 4 de noviembre de 2010

La felicidad (3)


La felicidad reside en la satisfacción y la aceptación de lo que nos sucede y en el ensalzamiento de lo positivo de cada experiencia. Sin embargo, la verdadera felicidad se basa en la fortaleza, la confianza y la serenidad ante el conflicto y en la seguridad y en la fe en la propia capacidad para resolver las situaciones. La felicidad va de la mano de la intuición, que escucha a la guía y la voz interior y no teme a lo desconocido, a lo imprevisto o a lo inesperado.

La verdadera felicidad es un estado interior de no apego que no depende del lujo, la exclusividad o la ostentación sino que va siguiendo el camino del impulso cósmico en un diálogo interior apacible que va marcando sus huellas en el camino exterior que dibuja cada circunstancia. De este modo, la felicidad nace del instante y mira lo que tiene ante los ojos, suavizando las emociones y los juicios. Así pues, la verdadera felicidad aparta la crítica, la duda, la hipocresía y la testarudez, adaptándose al presente y agradeciendo cada paso con el firme convencimiento de que la sabiduría del Universo está de nuestro lado y de que nos toca jugar en las inmensas posibilidades que una mente abierta y lúcida intuye, sabe y vislumbra gracias al optimismo, la sensatez, el equilibrio y la inteligencia de un corazón lleno de amor y perdón por uno mismo, por los demás y por todo cuanto nos rodea.

La felicidad sabe escuchar y analizar con calma las emociones para tornarlas apacibles y embellecer así nuestros sentimientos para descubrir la belleza de nuestra luz interior y la de los demás, en una balanza de empatía, dulzura, paciencia, tolerancia y humildad.

La persona auténticamente feliz es serena, alegre, honesta, generosa y se nutre de la belleza que el momento presente nos regala en lo cotidiano para convertirlo en mágico, único y sublime.

sábado, 16 de octubre de 2010

La felicidad (2)





La felicidad pudiera definirse como un estado mental de plenitud y de paz interior en sintonía con nuestro entorno.

La felicidad implica aceptación, autonomía, equilibrio, confianza, flexibilidad y desapego, sin dependencias ni hábitos adictivos que esclavicen nuestras emociones y condicionen nuestros comportamientos. De esta manera, la felicidad es consecuencia de la libertad y de la opción de ser uno mismo, haciendo las cosas de corazón y no porque nos sintamos obligados a llevar a cabo un rol social determinado para agradar y recibir aprobación, dejando a un lado aquello que más deseamos para sentirnos a gusto con nosotros mismos, siempre desde el respeto hacia nosotros y hacia los demás.

En la felicidad respiramos con nuestras circunstancias, sintiendo como cada momento nos expande en la serenidad del ser, fortaleciéndonos en la adversidad y conociéndonos a nosotros mismos en la superación de los obstáculos, consecuencia inevitable del avance en el cambio.

La felicidad permite ser y dejar ser, fluir y dejar fluir aceptándose a uno mismo y a los demás en la plena confianza en el instante, fugaz y efímero, y liberándose del miedo a lo desconocido e imprevisible. La total apertura a lo que nos trae cada momento deja atrás la resistencia a lo que es y nos abre a recibir la lección de nuestra alma.

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martes, 28 de septiembre de 2010

La felicidad (1)


La felicidad debe ser acogida como una referencia interna que no debería medrarse o aumentarse por factores externos ligados al resultado, sino al proceso en sí mismo pues la única vinculación con los resultados nos esclaviza. De este modo, integramos la felicidad como un estado natural del ser (tal y como plantea Jorge Bucay en El camino de la felicidad), que ni tan siquiera está condicionado por la presencia o ausencia de obstáculos ya que una vida totalmente solucionada no plantea ningún reto personal. Sin embargo, solemos vivir la felicidad momentáneamente en función de las circunstancias y eso nos hace ser esclavos del exterior.

Los obstáculos en la vida nos ofrecen la oportunidad, si sabemos manejarlos o superarlos, de ampliar nuestra perspectiva y capacitarnos para un nivel superior de entendimiento. Abrirse a la enseñanza que nos transmite cada obstáculo depende de altas dosis de paciencia, tolerancia, flexibilidad, fortaleza interior, fe y del hecho de ser racional para saber distanciarse por unos momentos del obstáculo que vemos como un peligro o como algo negativo con el objetivo de analizar la situación de forma objetiva. Esto nos distancia o protege del sufrimiento.

Respecto a la felicidad tendremos en cuenta que:

√ Cuando aprendes a no tomarte las cosas personalmente, ves a las personas realmente como son (harían lo mismo contigo que con otra persona).

√ No debemos ilusionarnos falsamente en algo ya que la idealización nos lleva a ideas totalmente ilusorias, que no concuerdan con la realidad. Del mismo modo, tampoco debemos ser demasiado desconfiados o malpensados.

√ Hay que tener claro que las cosas no son siempre como nosotros queremos. Por tanto, no tiene sentido aferrarse a algo, pues todo es transitorio. Cuánto más queramos tener el control, más nos preocuparemos por detalles que no tienen porque depender de nosotros. En este sentido, el desapego nos enseña a vivir y dejar vivir.

La libertad, el amor, la paz, la motivación y las ganas de vivir nos acercarán a la felicidad.

¿Cuál es vuestro secreto para la felicidad?
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jueves, 16 de septiembre de 2010

La pereza


La pereza es una inercia que hace que el individuo no manifieste ningún tipo de interés en la actividad que trata de llevar a cabo. Por tanto, ante cualquier obstáculo el individuo perezoso se desanimará y de forma natural tenderá a la crítica y a la queja y, además, empujará a otros hacia este camino.

La pereza es un enemigo de la fuerza de voluntad, la motivación y la perseverancia necesarias para llevar a cabo nuestros objetivos con éxito.

Un individuo perezoso no suele comprometerse consigo mismo ni con los demás, y, por supuesto, con cualquier excusa de desentenderá para afrontar los obstáculos que son necesarios superar para crecer y evolucionar como individuos.

Las personas perezosas suelen ser inmaduras porque no tienen iniciativa, nuevos intereses o ideas enriquecedoras. Odian el cambio.

Un individuo perezoso es enemigo de las normas ya que no tiene sentido de la disciplina y no es entusiasta ni enérgico. Más bien, mantiene una actitud pasiva, conformista y resignada.

La pereza está al otro lado de la balanza de la obsesión, el perfeccionismo y el excesivo control.


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sábado, 4 de septiembre de 2010

La fuerza de nuestros pensamientos


Nuestra forma de pensar incide de forma directa en nuestra realidad cotidiana. Por tanto, si tenemos una forma de pensar positiva, nuestras circunstancias serán positivas. Y, si no, podemos efectuar los pasos necesarios para convertirlas en positivas, o, al menos, desde nuestro interior, transformarlas, interiorizarlas y vivirlas como positivas en una clara intención de cambio y anulación de lo que nuestra mente juzga como un problema pero que nuestro ser interior afronta como una oportunidad de crecimiento. Podríamos considerar este momento como una especie de sonrisa interior, que siempre podemos poner en práctica para superar más rápidamente los obstáculos que nos impiden llegar al logro.


Incluso, en circunstancias negativas podemos utilizar la fuerza de nuestros pensamientos para adoptar una posición calmada, equilibrada, objetiva y desapegada desde la perspectiva de la aceptación y la afrontación de la situación (en el sentido de no dejarnos agobiar por la situación para poder analizarla en perspectiva, desde fuera). Además, el agobio y el miedo son excusas de nuestro ego para seguir castigándonos y torturándonos con el sufrimiento que nos causa aquello.

Nos ayudará visualizar una solución creativa y pensar en estrategias para permanecer tranquilos en medio del caos.

La fuerza de nuestros pensamientos determina nuestra realidad y se fundamenta en la fe y el compromiso con uno mismo, en la fortaleza interior, en relativizar y hacer frente a los problemas, analitzándolos de forma objetiva, y en la determinación necesária para llevar a cabo nuestras decisiones en pequeños pasos hasta conseguir nuestra meta. Mantener la serenidad ante posibles imprevistos,manifestar una actitud flexible y no desesperarse ante la inseguridad de cómo se desarrollará el proceso o si las cosas no nos conducen al objetivo previsto, es fundamental, pues lo importante no es alcanzar la meta a toda costa, sino adaptarnos y prestar nuestra atención a lo que está sucediendo en el ahora. Probablemente, si no solucionamos el pequeño incidente que nos plantea la vida en ese preciso intante, nunca llegaremos a donde pretendemos.


De mi página web: http://www.mjesusverdu.com/

domingo, 22 de agosto de 2010

Liberarse emocionalmente


Liberarse emocionalmente es un concepto lleno de renovación interior y de buenas intenciones que conlleva como principal factor abandonar las experiencias negativas, que nos han marcado y que, en su momento, nos llenaron de dolor, pero el paso del tiempo y el olvido, nos han permitido perdonar a los demás y perdonarnos a nosotros. Por todo ello, en este momento somos capaces de interiorizar la valiosa lección que nos han comportado estas vivencias, que ahora dejamos atrás, pero que nos han enriquecido como seres humanos capaces ahora de hacernos valer y, por supuesto, querernos más. En referencia a esto, el libro Los cuatro acuerdos de Miguel Ruiz establece que “Dejar ir el pasado significa disfrutar del sueño que acontece ahora mismo.”

Liberarse emocionalmente encierra la necesidad de sentirse a gusto con uno mismo, de alejarse de las malas amistades, disfrutando de la esencia de cada momento que nos brinda la vida. Sería como empezar de nuevo, siendo mejor personas.

Para ello, necesitaremos sentirnos limpios (sin resentimientos), puros (sin cargas), llenos de ilusión y de entusiasmo. También ser conscientes de cada nuevo paso que demos y ser conocedores de nuestras necesidades. Para conseguirlo, nos prestaremos atención y penetraremos en nuestro silencio interior para entrar en contacto con nuestra intimidad y averiguar qué es lo que esperamos y deseamos en este momento de nuestras vidas, aunque no es muy conveniente crearse altas expectativas, sino esforzarnos al máximo por hacerlo lo mejor posible, pero sin obsesionarse. En este contexto, la soledad nos regala los espacios necesarios para conocernos mejor y saber cómo alcanzar lo que tanto deseamos.

¿Cómo podremos escuchar y entender a los demás, si no somos capaces de escucharnos y comprendernos a nosotros mismos?


De mi página web:

miércoles, 21 de julio de 2010

Estrella interior




En nuestro interior mora una estrella cuya luz depende en intensidad del grado de nuestras emociones y sentimientos. La crítica, el desasosiego y las actitudes que hinchan nuestro ego empañan su luz y la diluyen. Mientras que el altruismo, la quietud y el respeto contribuyen a que esta estrella intensifique y propague su luz no sólo en nuestro corazón sino en corazones cercanos al nuestro. De hecho, si permanecemos estables en el momento presente y nuestra mente no escapa continuamente al pasado y al futuro, algún día veremos brillar a nuestra estrella a nuestro alrededor y literalmente contemplaremos su luz y sus efectos en nuestras vidas, convirtiéndolas en auténticas y espirituales. Disfrutar del espectáculo de los rayos de nuestra estrella nos elevará a una plenitud simplemente por el hecho de reconocernos y de ser nosotros mismos a gusto con nuestro entorno.



Lo que apaga nuestra estrella:

  • Los juicios
  • La hipocresía y la envidia
  • Las comparaciones
  • Las prisas y las exigencias
  • Creernos el centro del mundo
  • Despreciar a los demás
  • Competir y creernos con derecho a todo

Lo que aviva nuestra estrella:

  • La honestidad
  • Dejar a un lado el protagonismo
  • Dejar atrás el resentimiento y liberarnos de actitudes adictivas
  • Entregarnos al ahora sin miedos
  • Olvidar los prejuicios y mantener una mente abierta y flexible
  • Creer en lo que hacemos
  • Atrevernos a hacer aquello que nos gusta, aunque sólo sea en el tiempo libre
  • Abrirnos a las lecciones de la vida sin resistencia
  • Ser sinceros sin dañar los sentimientos de los demás
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sábado, 15 de mayo de 2010

El ser interior


Abrirse al ser interior es despertar y reencontrarnos con nuestra esencia de niño interior, con aquella perfección que fue creada al nacer y que forma parte de nosotros de forma natural. Pero es algo que acostumbramos a olvidar y a ignorar en parte porque el autoconocimiento implica cambiar lo que se nos ha enseñado durante años, romper esquemas y rendirnos a la evidencia de nuestro propio yo, ese yo que ha estado ahí desde siempre y que se manifiesta desde el estado de la paz y la quietud mental y que nos abre las puertas a la autoconfianza, el positivismo, la flexibilidad y el desapego. Ese ser que nos dice que las cosas son como deben ser, no como nuestro ego nos impone que sean. Vencer eso puede llegar a convertirse en un gran reto con nosotros mismos.

La relación con el ser interior se basa en lo sencillo y en mirarlo desde el amor del corazón no desde los intereses del exterior, que nos condiconan y nos encierran en una cárcel sin ser conscientes de ello.

El ser interior está libre de juicios y se nutre de un sentido de unidad consigo mismo y con los demás.

Una meditación que puede acercarnos a él es imaginarlo como la brisa, esa brisa que siempre nos rodea en el aire. El aire siempre ha estado ahí, aunque no queramos darnos cuenta, pendientes de otros detalles que tienen el poder de absorbernos por completo. Es ese aire gracias al cual podemos respirar, el que siempre abraza nuestro cuerpo y nuestras emociones y, que cuando se transforma en una dulce brisa, nos acaricia la piel y puede llegar incluso a penetrar por nuestros poros y cada pliegue de nuestros pensamientos hasta fundirse con el amor de nuestro corazón. Siéntelo así por unos instantes. ¿Notas como tienes ganas de sonreír?... Es tu corazón que te dice que te fusiones con su risa a través de tus labios. Sonreíd al unísono. Sonríele a tu ser interior y a la vida que tienes la dicha de vivir y siéntete tú mismo desde la calma del momento presente.

Sonreír al ser interior


Abrirse al ser interior es despertar y reencontrarnos con nuestra esencia de niño interior, con aquella perfección que fue creada al nacer y que forma parte de nosotros de forma natural. Pero es algo que acostumbramos a olvidar y a ignorar en parte porque el autoconocimiento implica cambiar lo que se nos ha enseñado durante años, romper esquemas y rendirnos a la evidencia de nuestro propio yo, ese yo que ha estado ahí desde siempre y que se manifiesta desde el estado de la paz y la quietud mental y que nos abre las puertas a la autoconfianza, el positivismo, la flexibilidad y el desapego. Ese ser que nos dice que las cosas son como deben ser, no como nuestro ego nos impone que sean. Vencer eso puede llegar a convertirse en un gran reto con nosotros mismos.


La relación con el ser interior se basa en lo sencillo y en mirarlo desde el amor del corazón no desde los intereses del exterior, que nos manejan y nos encierran en nuestra propia cárcel de emociones sin ser conscientes de ello.


El ser interior está libre de juicios y se nutre de un sentido de unidad consigo mismo y con los demás.


Una meditación que puede acercarnos a él es imaginarlo como la brisa, esa brisa que siempre nos rodea en el aire. El aire siempre ha estado ahí, aunque no queramos darnos cuenta, pendientes de otros detalles que tienen el poder de absorbernos por completo. Es ese aire gracias al cual podemos respirar, el que siempre abraza nuestro cuerpo y nuestras emociones y, que cuando se transforma en una dulce brisa, nos acaricia la piel y puede llegar incluso a penetrar por nuestros poros y cada pliegue de nuestros pensamientos hasta fundirse con el amor de nuestro corazón. Siéntelo así por unos instantes.


¿Notas como tienes ganas de sonreír?... Es tu corazón que te dice que te fusiones con su risa a través de tus labios. Sonreíd al unísono. Sonríele a tu ser interior y a la vida que tienes la dicha de vivir y siéntete tú mismo desde la calma del momento presente.


domingo, 3 de enero de 2010

En libertad y en paz con la vida


Sentirse en libertad y en paz con la vida debiera de ser una filosofía que se expresara de forma natural en cada día de nuestra existencia y que nos empujara a sentirnos bien, en paz y libres de toda angustia, aceptando las cosas tal como son y sobre todo siendo conscientes de que todo es transitorio. Por tanto, podemos disfrutar mientras duren los momentos agradables y darnos cuenta de que, como los desagradables, pasarán, no preocuparnos en exceso de algo que a lo mejor no depende de nosotros. Darle demasiadas vueltas a algo repetidamente, a lo único que contribuirá es a hacernos sentir mal, a obstinarnos en actitudes inútiles y a complicar las cosas pues para solucionar los problemas es vital una actitud abierta, segura y serena.

Sentirse en paz y en libertad:

- A pesar de la actitud crítica de los demás hacia nuestros sueños y metas
- A pesar de todos los obstáculos que nos quedan por superar
- Agradeciendo hasta lo más sencillo: desde una puesta de sol hasta el simple hecho de poder levantarnos cada mañana y caminar
- Valorando todo lo bueno que hemos conseguido y descubriendo qué nos ha aportado lo malo, al final de todo
- Entregándonos al momento presente sin preocuparnos ni exagerar
- Tomándonos la vida como un proceso que siempre juega a nuestro favor y en el que todo lo que nos sucede tiene su razón de ser
- Afrontando cada día con seguridad, confianza y valentía y abriéndonos a la lección que nos brinda


Una idea excelente para no cerrarnos ante hechos que nos agobian es imaginarse la vida como un proceso en continua expansión, como si nosotros fuéramos una estrella que nunca para de brillar en armonía con el continuo movimiento del Universo, siempre creciente y cambiante. Y en esa expansión es donde reside la emoción y el equilibrio que nos sustenta.

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